Trainspotting 2, de Danny Boyle, habla sobre el pasado y el rencor de lo que no hiciste en tu vida, con un extraño optimismo
Debería ver por segunda vez
Trainspotting 2. Y no porque la historia sea compleja, sino para comprender el disfrute que genera -que no es poco-. Porque si bien esta segunda parte de la historia escrita por Irving Welsh, puede verse como un llamado constante a la melancolía, eso no le quita ningún valor como historia propia. Porque, ¿qué es nuestra vida, sino un recuerdo constante del pasado?
Lo que ocurre aquí es que ese pasado comprende 20 años y con ello, todo lo que implica, incluso en la misma realización de la película. Decía el director Danny Boyle que buscaban el momento indicado para hacer Trainspotting 2, que en 2006 lo habían intentado pero por una u otra cosa, no se dio.
Y qué mejor que así fuera, porque imaginar esta película en 2006, sería un tanto raro. Porque pese a las referencias clichés de esta etapa actual como son Facebook, Twitter, Instagram, YouTube y las selfies desde el propio celular, con el individualismo que generan en la sociedad y que sean criticadas en voz de Renton (Ewan McGregor), se agradece. Porque van de acuerdo al tono del propio personaje, que hacía algo semejante en la primera película, con la icónica frase "Elige una vida"...
Porque de realizarse la película en 2006, ¿cuáles serían las referencias? ¿La elección de Benedicto XVI como papa? ¿La Champions League ganada por el Barcelona y perdida por el Arsenal? ¿El Mundial Alemania 2006?
Pero lo principal de estos 20 años es, cómo ha cambiado tu vida. ¿Qué has hecho durante todo etse tiempo pero sobretodo, qué era lo que esperabas hacer y no hiciste? Porque si la primera parte de la película florecía por la total ausencia de responsabilidades, propia de los jóvenes protagonistas, esta segunda entrega es sinónimo de la edad adulta, con la madurez, consciencia y responsabilidades enfocadas a la propia vida, que estallan en el profundo rencor por lo hecho y por lo no realizado.
Es quizás ahí donde más brilla la película, en el regreso de Renton a Edimburgo y su encuentro con Spud (Ewen Bremner), Sick Boy(Jonny Lee Miller) y Begbie(Robert Carlyle), en verse a sí mismos después de todo el tiempo en que desaparecieron y Renton se fue con el dinero de los cuatro. Cuando parece que habrá una camaradería entre ellos,
Trainspotting 2 apuñala con giros propios de la trama, que también son de la vida.
Ni hablar del rol que tiene en la trama el personaje de Veronika(Anjela Nedyalkova), la mujer que con simpatía y sensualidad, es fundamental para la película. Así como el personaje de Spud -donde brilla el espíritu de optimismo de la historia-, un personaje inolvidable al que se le da un rol artístico de gran importancia, que lo hace crecer como personaje.
Se dice que las segundas partes de las películas nunca son buenas, que sería mejor se dejara como estaban. Y yo agradezco que en
Trainspotting 2 no sea así, porque mantiene ese espíritu lleno de dinamismo, irreverencia y lucidez, aun cuando esta última no llegue en el momento indicado de la historia.
Pero es que, ¿cómo asegurarse de cuándo es el instante adecuado? ¿Cómo saber que tu camino no es el que pensaste, sino el que construyes a través de lo que haces? Suena fácil escucharlo, pero no así realizarlo.
Trainspotting 2: La vida en el abismo del pasado, es eso, pensar que la vida, quizá, es más allá de lo que aspiraste alguna vez.