¿De qué va?
Una silla esperando a alguien que no llega. Un zapato con memoria.
Una madre que corre en sueños. Una pareja enamorada de lo que no hace.
Un psiquiatra atendido por su paciente. Una moneda volando en un
hospital. Una mujer que se excita con Platón. Dos ensayistas en el baño.
Un político perseguido por revolucionarios invisibles. Un asesino
cubista. Un mundo donde los libros se borran. Un fusilado que piensa.
Monólogos. Mirones. Todo esto, y más, vive en Hacerse el muerto.
Opinión:
Tenía una gran expectativa por leer los cuentos de
Andrés Neuman. Si no lo conoces o lo llegas a leer en entrevistas, verás que le agrada el género como pocos escritores. Además, ¿quién no se interesaría con relatos de semejantes sinopsis? Hay una serie de elementos para comentar sobre el libro, desde las historias como la unidad de éstas. La obra me convenció, pero a la vez no.
De los 30 cuentos que recopila, me gustaron diez. Menos de la mitad de las historias. Pero debo decir que esos diez son increíbles. Ingeniosos en ideas, admirables en cómo cambia las sensaciones durante el mismo relato, así como en el giro que toman las historias. Todos desde una brevedad desconcertante. Esta narrativa se siente pulida y bien construida para apoderarse del lector. Lo cierto es que los disfruté mucho.
Hay tres cuentos que me parecieron sublimes. “Juan, José”, un cautivante experimento entre la historia y los personajes, con una vuelta de tuerca donde ya no sabía quién era quién. Da para una segunda lectura. “Las cosas que no hacemos”, a partir de una frase crea un hermoso texto sobre el deseo en las relaciones amorosas. Y “Monologo de la mirona”, que se basa en una observación y consciencia de la realidad que crea simpatía con el lector.
Los relatos que también me agradaron fueron “El fusilado”, “Un suicida risueño”, “Anabela y el peñón”, “Vidas instantáneas”, “Conversación en los urinarios”, “El infierno de Sor Juana” y “Monólogo del aduanero”.
Ahora van los que me parecieron insufribles, por cómo se usaban las palabras y se relataba la historia. Casi siempre aparecía un narrador que sabía demasiado lo que sucedía, ese omnisciente que tiene todo el poder y se lo dice al lector, pero con una extraña seriedad. Sin el sentido del humor que podría existir en ese juego metaficcional. Obvio no aplicaría en todas las historias, dependen de qué hablan, aunque es un recurso que siempre lo he visto desde el humor. En general, esas 20 historias restantes no me agradaron ni interesaron.
Sobre la unidad del libro, los cuentos están divididos por temas, o secciones. Eso tampoco me gustó. Y creo porque antes escuché a Andrés Neuman señalar que eso era lo interesante de armar un libro de cuentos, lo que resulta como obra con historias sin relación. Y aquí parece que se privilegió el orden, o un intento por conectarlos con coherencia. Pero como regalo, esto sí que me agradó, es cómo el escritor argentino ofrece observaciones sobre lo que piensa del cuento, pero como género. Algunas de éstas siento que ya las había escuchado, pero otras sí me interesaron mucho.
No sé si Hacerse el muerto sea el libro más adecuado para adentrarse en Andrés Neuman. Sé que hay otras obras de él, más reconocidas e incluso premiadas. Pero yo quería leer sus cuentos y no me arrepiento. Si bien fueron menos los que me gustaron, se ve cómo le encantan las historias cortas, y sin duda volvería a leer otro de sus libros de cuentos.